Aunque afortunadamente no soy de los casos mortales que les toca cargar con una jeringa de adrenalina autoinyectable o comprimidos de antihestaminicos, las reacciones alérgicas que tengo no dejan de ser una molestia: irritación en la piel y resecamiento, picazón e hinchazón en diferentes partes del cuerpo
A diferencia de otras personas que saben lo que les hace daño, yo todavía no estoy 100% seguro de las mías. Es más bien una mezcla de varias cosas: alimentos, entorno y emociones.
Hubo un tiempo en que hasta pensaba ser alérgico a mi propia ciudad porque podía vivir un año en otra parte del mundo sin tener ninguna especie de reacción y era solo cuando regresaba a Bogotá que los síntomas empezaban.
Los primeros problemas de salud
Lo cierto es que no siempre me gustó viajar. De hecho, cada vez que mis padres organizaban un viaje mi respuesta era “nooo ¿otra vez?”. Tal vez porque cuando viajé de pequeño tuve incidentes que me hicieron detestar la idea de moverme de lugar.
A los 4 o 6 años en el Llano me dio una infección en el cuello después haberme metido a un rio. Luego, a los 12, en Santa Marta me picaron dos ‘aguamalas‘ cuyas toxinas bloquearon mi respiración y me mandaron directamente al médico.
A los 14, en Girardot, sufrí de una hinchazón en los labios, reacción que los médicos dictaron como ‘alergia al sol’… dos meses con medicamentos y sombrilla a todo lado.
Ya luego, cuando empecé la universidad, fue que comencé a ganar confianza y perder la molestia al viaje. Sin embargo, las alergias hasta ahora empezaban a florecer en forma de dermatitis.
Cambios en la alimentación, el entorno y en otros elementos
Los doctores me recomendaron dejar la leche entera y reemplazarla por la soya. Que no comiera embutidos, carne de cerdo, alimentos procesados (enlatados/empaquetados), huevo, ni trigo.
Con el paso del tiempo me volví “intolerante a la lactosa” y debí recurrir a diferentes sesiones de “détox” cada vez que la piel se me alborotaba.
Lo que una vez se limitaba en aparecer en los brazos, empezó a aparecer detrás de las rodillas, luego en los dedos de las manos, en las muñecas y así en otras partes del cuerpo.
Según los doctores ahora me tocaba cambiar de jabón corporal, parar el uso del shampoo convencional y lavar mi ropa con detergente hipoalergénico. Otros de los consejos eran que me secara muy bien después de ducharme y que evitara los entornos húmedos y polvorientos. Nada de mascotas.
Invertir en productos de aseo más costosos y cremas para mantener la piel humectada.
Fueron tantas las cosas que empecé y dejé de hacer al mismo tiempo, que hoy no sé a qué se debieron las mejoras. Y cada vez que me vuelven a aparecer los síntomas no sé en concreto la causa de ellas.
Un enfoque diferente
Cuando he cuestionado las recomendaciones que me han dado porque he notado que algunas no influyen en la presentación de los síntomas y otras los agravan (como el consumo de soya), me han dicho también que puede ser la condición psicosomática de la enfermedad. Es decir, la relación con mi conciencia.
Ahí sí que quedo frio… me preguntan que si siento resentimiento por alguien, me mencionan que puede ser una forma de repelar a las personas y el entorno en el que me encuentro, que puede ser que trato de ser aceptado o una manifestación de emociones suprimidas.
Lo interesante, y al mismo tiempo frustrante de esta teoría es que, por más convencido que esté de no sentir ninguna de esas cosas (o pensar que no están afectando mi salud), todas pueden ser ciertas a nivel del subconsciente (lo que no podemos controlar).
La última teoría que escuché es que no necesariamente es una condición propia sino una adquirida de los padres por las emociones y experiencias por las que ellos pasaron cuando uno estaba en el vientre. ¿Y ahí uno que hace?
Le dicen a uno tantas causas que uno ya no sabe lo que puede ser. Lo que sí sé, es que es un estado que se puede volver un círculo vicioso, donde la enfermedad causa bajo estado de ánimo y éste a su misma vez fortalece la enfermedad; se vuelve dificil salir del él.
La enfermedad como camino
Habían pasado más de dos años sin presentar ningún síntoma grave, más de 10 países y diferente tipo de entornos y emociones vividas. Había estado expuesto a diferentes elementos y cambios de rutina. Sin embargo, fue hasta que llegué a Vietnam que los problemas de piel empezaron.
9 meses después de iniciar mi viaje como voluntario y yo no entendía por qué.
¿La humedad y la polución? Pero si ya había estado en otros lugares similares. ¿Los perros en la casa? ¿La comida? No lo sé.
Internamente me sentía mejor que muchas otras veces y no hubiera podido creer que me fuera a enfermar.
Pero pasó, de hecho los síntomas nunca habían estado tan mal. La resequedad por primera vez se manifestaba en diferentes partes del cuerpo al mismo tiempo.
Después de tres semanas tratando de aliviarlo con cremas y dieta estricta, ya estaba muy fuera de mis manos con sangrado y pus.
Recurrí a medidas extremas con inyecciones de corticoides, las cuales siempre trato de evadir por los efectos secundarios y del alivio tan solo temporal que genera, pero estaba desesperado.
Por ahora ya estoy mucho mejor y con ganas de conocer lo que causa verdaderamente este tipo de reacciones en mi cuerpo, y así tratar la enfermedad desde la raíz. Pasar de decir ‘me dijeron x’ o ‘creo que x’ a–> ‘lo leí’ o ‘lo investigué’.
He empezado a leer “La enfermedad como camino” de Thorwald Dethlefsen y Rudiger Dahlk, quienes defienden la idea de que la enfermedad se produce siempre en la conciencia de las personas y que el cuerpo sólo la manifiesta.
Por lo tanto, según ellos, lo que se cura no es el cuerpo sino la conciencia.
Algunas frases de las páginas que he leído son:
“Aquello que en nuestro cuerpo se manifiesta como síntoma es la expresión visible de un proceso invisible y con su señal pretende interrumpir nuestro proceder habitual, avisarnos de una anomalía y obligarnos a hacer una indagación.
“Lo que debemos eliminar no es el síntoma, sino la causa. Por consiguiente, si queremos descubrir qué es lo que nos señala el síntoma, tenemos que apartar la mirada de él y buscar más allá.
“Cuando el individuo comprende la diferencia entre enfermedad y síntoma, su actitud básica y su relación con la enfermedad se modifican rápidamente. Ya no considera el síntoma como su gran enemigo cuya destrucción debe ser su mayor objetivo sino que descubre en él a un aliado que puede ayudarle a encontrar lo que le falta y así vencer la enfermedad.
“La enfermedad no tiene más que un fin: ayudarnos a subsanar nuestras «faltas» y hacernos sanos. El síntoma puede decirnos qué es lo que nos falta pero para entenderlo tenemos que aprender su lenguaje psicosomático..
“El que vive en este mundo y no reconoce que todo lo que ve y lo que siente es él mismo, cae en el engaño y el espejismo”.
“[..] descubrirnos a nosotros mismos en el síntoma[…] Al hacer aflorar elementos reprimidos, la enfermedad hace sinceros a los seres humanos.”
Quiero abrirme un poco de mente a lo que sea que pueda estar causando una enfermedad. Es un tema que me intriga bastante, no solo por la molestia que la alergia genera pero también por la falta de autoconocimiento que puede ser reflejada en este tipo manifestaciones del cuerpo y de la mente.
Mi invitación esta semana es a que veamos nuestras alergias o cualquier otro síntoma de manera distinta, tal vez en ellas está la respuesta a lo que buscamos o debemos hacer 😉
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Mi hija tiene alergias asi como tu ella tiene 4 años. Su piel en ratos esta bien y en ratos no se que hacer? Estamos en un proceso de detox. Es tan pequeña -_- no quiero adelantarme y pensar en que sera de ella en el futuro, siendo mujer. Espero poder darle buena guia y hacerla fuerte para todo lo que aun falta.Ojala q encontremos el camino mas acertado. Gracias por compartir tu experiencia.
Hola Astrid! gracias por tu mensaje. Despues de compartir este articulo en Facebook, me ha respondido varia gente y según investigué me inclino mucho por el sindrome de intestino permeable. Los acaros también seguro que influyen y por eso que es importante que los lugares donde la bebe duerma esten bien limpios. Mira este link https://www.evamuerdelamanzana.com/tienes-el-sindrome-del-intestino-permeable/. Saludos y espero todo salga bien con tu bebé.
Es una maravillosa experiencia este libro. Te abrazo en amistad divina, David.
Diana.
Hola Diana, muchas gracias por tu comentario. La mejor energía. Saludos!