Mi primer día como profesor de inglés fue improvisado. No tuve el material para prepararme pero en el fondo la confianza y la emoción me decía que todo iba a estar bien.
Ingresé al salón de clase con toda la energía que un primíparo puede tener, me presenté y rápidamente recordé lo que mis anteriores profesores hicieron conmigo.
Les pedí a los estudiantes que doblaran una hoja de papel por la mitad y que anotaran su nombre en una de las caras, la misma que debería estar frente a mí para referirme a ellos correctamente.
Ser profesor por un tiempo empezó como un experimento para probar una nueva vocación. Sin embargo, desde el primer momento que tuve estudiantes al frente mío pude darme cuenta de la verdadera responsabilidad que ahora tenía en mis manos e iba a dar lo mejor de mí.
Estas son las cosas que enseñé y aprendí durante mis dos meses como profesor de inglés en Hai Phong, Vietnam.
Somos iguales
En Asia la sociedad tiende a ser jerárquica y los profesores tienen una figura autoritaria. Sin embargo, para mí era importante que los estudiantes me vieran como un amigo, como una persona con la que podían conversar y acudir en momentos de dudas.
Les dije que como ellos yo también estuve un día sentado en el salón de clase. Qué no soy más, ni mejor persona porque a pesar que puedo hablar mejor inglés que ellos sueno como un idiota en vietnamita y desconozco muchas otras cosas en las que ellos seguramente son los expertos.
También les pregunté a cada uno por su motivación en aprender inglés y anoté las respuestas en el tablero: conseguir mejor empleo, tener amigos internacionales, estudiar en otro país, viajar, etc. Todo esto para mostrarles que todos estábamos allí por razones comunes y así podíamos ayudarnos mutuamente a través del respeto y la participación.
Está bien equivocarse
Miedo para aprender un idioma lo tenemos todos. Miedo a que pensaran los otros de nuestro acento, nuestra entonación y el pobre vocabulario con el que nos expresamos. Miedo de no ser entendidos o de la poca paciencia de nuestros receptores.
Y va a pasar, nos equivocaremos pero será la única manera de aprender.
De igual forma fui claro en que inglés no es mi primer idioma y que a pesar de que lo he estudiado y hablado por años, todavía cometo errores y se me dificultan algunas cosas. De esta forma, les expliqué que como ellos yo también me equivocaría y si pasase tenían todo el derecho a corregirme.
Piensa por ti mismo
Muchas veces por dar una respuesta y por quedar bien en la clase (presión de grupo) los estudiantes tienden a repetir lo mismo que sus compañeros. No saben lo que dicen pero aun así lo hacen.
Como profesor puede llegar a ser frustrante el hecho de escuchar la misma respuesta una y otra vez. Por esa razón empecé a pedirles que argumentaran sus respuestas y que usaran creatividad.
Cuando repetían lo mismo que ya había dicho otro de sus compañeros les preguntaba ‘¿por qué?’ o les pedía que me dijeran algo diferente. Luego los felicitaba por aportar nuevas ideas a la conversación.
Dar el 200%
Si hay algo que aprendí durante estos más de dos meses fue que la labor de la docencia no es más fácil que cualquier otro trabajo.
Como profesor hubo días en los que me tocó dejar mis problemas personales y preocupaciones a un lado para dar lo mejor en la clase. Algunas veces lo hice mejor que otras pero siempre pude ver que mis estudiantes respondían a lo que yo les ofrecía.
Si estaba en un 60% de mi capacidad pues ellos me daban su 60%, si les daba el 200% ellos me daban el 200%.
Me le bajo el sombrero a todos los docentes que entienden esto y se esfuerzan diariamente a dar lo mejor de sí a pesar de las dificultades.
A algunos se les facilita más que a otros
Estos es algo que ya había leído pero tuve la oportunidad de ver con mis ojos: algunos niños tienen mejores habilidades con los idiomas. Algunos aprenden más rápido que otros por su nivel de concentración y su gusto por lo que se les enseña y la manera cómo se les enseña.
De esta forma, no todos los niños aprenden de la misma manera.
Si bien lo anterior fue cierto para los niños de 2 a 4 años que estuve enseñando, también en los adultos pude ver que aprende más el que le gustan los idiomas que el que quiere aprenderlos porque ‘le toca’ (para conseguir un mejor empleo, porque ‘mi papá dice que es importante’, etc.).
¿debemos entonces como profesores de idiomas enseñar el amor por la lengua en mayor medida que la importancia de la misma? o más bien ¿deberíamos entender que no todos tienen la misma motivación para aprender y por ende su curva de aprendizaje será diferente?
***
El viernes pasado me despedí de mis estudiantes, de los anfitriones y los demás voluntarios que hicieron de esta una maravillosa experiencia. A todos debo decir una vez más: gracias!
¿Y tú qué opinas de la labor de la docencia? ¿Qué otra cosa le enseñarías a tus estudiantes?
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Hola David 🙂
Enseñar para mí es una de las labores más lindas del mundo jaja.. claro soy maestra, pero creo que especialmente en el tema de la adquisición de un idioma, sea algo más complejo. Como dices más arriba depende mucho de la motivación inicial que tengas ( gusto , obligación , deber, necesidad ) Yo siempre he pensado que el maestro buscará la forma de motivarte, creo en los idiomas buscar aquello que te gusta podrá simplificar está mejor asimilación del idioma nuevo y más cuando no es lo tuyo. Yo hoy estoy aprendiendo el italiano, aunque es muy similar al español, me ha costado trabajo, pero lanzarse como dices es fundamental.
Buena ruta 🙂
Gracias Paulina. Creo que esos son de los mejores maestros: los que te motivan y transmiten el amor por la materia. A propósito que bonito que es el italiano ¿no? éxitos con eso!
Wow creo que tienes la vocación David! Te felicito! Nos tienes súper antojados de probar la experiencia del voluntariado en Vietnam, espero lo podamos cumplir pronto 🙂
Gracias Jen 😀 les encantará! ya saben que con lo que les pueda colaborar con gusto 😉 saludos!