“Los momentos de derrota estuvieron llenos de dolor pero fueron ellos los que me enseñaron a triunfar, y lo que me mantuvo en mi camino fue el amor hacia aprendizaje” Joshua Waitzkin
¿Cuándo fue la última vez que aprendiste algo nuevo? A veces sin darnos cuenta nos condicionamos (y nos condicionan) desde pequeños a las cosas que podemos o no aprender. “Soy malísimo en los idiomas”, “las matemáticas no es lo mío” o “eso se lo dejo a los aventureros”.
Pero ¿qué tal si pudiéramos aprender cualquier cosa?…
De niño me decían que eran bueno en el dibujo, las matemáticas y las relaciones interpersonales por los genes. A pesar de que me la pasaba dibujando y disfrutaba resolver problemas con números y juntarme con todo tipo de problemas, crecí creyendo que era bueno porque tuve la fortuna de ser bueno en eso y punto.
Por otro lado, cuando resultaba terrible en algo me rendía al primer intento porque pensaba que a lo mejor eso no era para mí. Así me pasó con la clase de español en el colegio (casi pierdo el año por eso) y con otros hobbies como la guitarra y el fútbol.
No niego que unos nazcan con fortalezas que otros no tienen en igual proporción, el problema con esta creencia es que damos por sentado que no requerimos de esfuerzo para lograr algo. ‘Somos buenos o no lo somos’.
Inconscientemente no entendemos que podemos mejorar y empeorar. Y la verdad es que nuestro cerebro es como las plantas que tenemos que regar constantemente, si no lo nutrimos se marchita.
Pero al no tener esto en cuenta, tan pronto notamos que dejamos de dibujar bonito o que no podemos establecer una relación con alguien, nos frustramos…creemos que hay algo mal con nosotros, con la habilidad con la que supuestamente habíamos sido privilegiados.
Al interiorizar que no podemos mejorar, el aprendizaje carece de valor y nos estancamos, dejamos de intentar cosas nuevas.
El primer día que empecé a hacer windsurf fue una lección para toda la vida y que ahora recuerdo cada vez que quiero aprender algo nuevo.
Motivación Inicial
Días antes me había preparado viendo algunos videos para principiantes en YouTube. Las condiciones eran perfectas, el cielo estaba despejado y el viento corría a más de 7 metros por minuto.
Al llegar al entrenamiento, entendí la mayoría de cosas que me decía el entrenador en danés y cuando no, le preguntaba a un portugués que había conocido, quien hablaba español también.
Hice algunos ejercicios en tierra y me apresuré a ensayar en el agua las instrucciones que hasta ahora había recibido. El viento soplaba desde la costa y poco a poco mi tabla empezó a moverse.
“wooow, lo estoy haciendo” pensé. El viento me ganaba y me caía, yo volvía a levantar la vela.
Problemas
De un momento me doy cuenta que las personas en la playa se habían vuelto puntos muy pequeños y que quizá era buena idea regresar.
“oh oh”… Si bien sabía subirme en la tabla y dejarme llevar por el vientoe (ojo, no surfear), no tenía dominada la táctica de dirección de la vela. Me caía una y otra vez tratando de direccionar la tabla hacia la costa.
Para hacer las cosas un poquito más difíciles, el cielo se nubló y empezó a llover. Me sentí en plena película hollywoodense… ya estaba terminando la clase y yo seguía más lejos de lo que podía esperar.
Uno de los instructores se acercó en su tabla para explicarme la táctica y poder regresar. Sin embargo, yo resulto cayéndome unas cuantas veces más. Estaba cansado, adolorido y frustrado. Cero concentración.
Aunque el entrenador siempre me motivó, pudo darse cuenta que yo no estaba preparado… esto no era ninguna película de Hollywood en la que mágicamente descubriría mis dones y regresaba triunfante a la costa. No.
Solución
Habían pasado más de dos horas y media desde que la clase empezó y alrededor de 40 minutos desde que el entrenador trataba de ayudarme. Él también se cansó y empezó a desarmar su tabla.
El entrenador me explicó que llegaría ayuda a llevarnos a tierra firme. Intercambiamos tablas, me acosté boca abajo con la vela enrollada al pecho y me sujeté con la otra mano al Kayak que había llegado.
Como ya estábamos muy lejos y la marea estaba en contra, lo más fácil era llegar a la costa oeste y caminar con la tabla en mano hacia el campamento.
Lo sentí como una especie de castigo en ese momento y estaba dispuesto aceptarlo. Durante el trayecto, apenas podía sentir mi cuerpo, las últimas fuerzas estaban en mi mano izquierda sujetando el kayak.
Aceptar responsabilidad
Al llegar a la costa me doy cuenta que la vela en mi pecho ya no estaba… la había dejado caer. Me sentí terrible con el club y conmigo mismo. Mi primer día de clase y ya había retrasado a mis entrenadores y perdido parte del equipo.
Pero nada había acabado, ahora me tocaba caminar con la tabla por lo menos 1 kilómetro.
Llegué a las 10pm al campamente pero la clase se debía haber acabado a las 8pm.
Yo no paraba de pedirle perdón a los dos entrenadores. Pero ellos me repetían que no era mi culpa sino la de ellos por sacar principiantes en esas condiciones de tiempo y que además habían aprendido de lo sucedido para evitar futuros percances.
Claramente, cada uno tomó responsabilidad por lo que le correspondía.
Actitud y táctica
Si bien pensé en no regresar luego de lo acontecido, recordé que se trataba de aprender, tal y como los entrenadores me lo habían dicho. Así fue que la otra semana estaba ahí con toda mi energía. Pero esta vez decidí enfocarme en la teoría y la táctica antes de colocarme a practicar.
Con el paso del tiempo muchos de los principiantes con los que había empezado ya surfeaban por las aguas mientras que yo todavía aprendía. No dejé que eso me desanimara. Siempre recordaba este video en el que Tim Ferris explica como aprendió a nadar después de los 30 años. Su clave fue ‘deconstruir’ el proceso por partes.
Al meterme al agua analizaba mis errores y uno a uno los trataba de mejorar.
Por ejemplo, el dolor de la espalda resultó siendo causa de la manera en que levantaba la vela, pues hacía fuerza con los brazos en vez de con las piernas. Darme cuenta de estas cosas me permitía enfocarme en lo que tenía que mejorar.
Fue un proceso que duró 2 meses para poder por fin un día surfear durante toda la clase sin caerme al agua. Puede parecer una cosa mundana para muchos pero esa experiencia me enseñó cosas invaluables:
- No serás bueno para algo pero siempre se puede aprender
- Aprender implica esfuerzo. Si quieres aprender también quieres esforzarte
- La actitud es lo que marca la diferencia en momentos de dificultad
- El aprendizaje es un ciclo de subidas y de bajadas
- Los resultados no son más que la consecuencia de un proceso por partes
***
¿Y tú qué aprendiste que te marcó? o sino cuéntanos lo que quieres aprender este año.
Gracias por leer y espero pronto poder contarte acerca de la experiencia de voluntariado aquí en Grecia, ya en 5 días salgo para Malta.
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