La primera vez que estuve en este país fue en Noviembre del 2012. Estaba haciendo mi intercambio en Corea y el frio se empezaba a sentir en la capital.
Siete amigos de diferentes nacionalidades habían planeado un viaje a Boracay, una isla de la que yo no sabía nada pero que me aseguraban había sido catalogada por varios años como la isla más bonita del mundo.
El plan: una semana de playa, sol y fiesta. Este sería mi último viaje por Asia en el año, antes de volver a Colombia y el inicio de una serie de eventos muy particulares que me harían regresar a Filipinas.
Volamos de Seúl a Manila donde tomaríamos otro vuelo hacia Puerto Princesa. En la registradora me pidieron el pasaporte y el hombre que lo revisaba me preguntó sobre lo que iba a hacer.
“Nombre?”… David, le dije. “edad?” 21 “Adónde va?” a “Boracay con unos amigos”…. El hombre cierra el pasaporte, me mira y con un coqueteo me pregunta “Tienes Facebook?” y sonríe. Yo le pregunté el porqué de la pregunta, a lo cual él volteó su cabeza apuntando hacia sus compañeras en la contadora y me dice “porque les pareces muy lindo”.
Yo volteo y veo tres mujeres sonriendo y moviendo sus manos para saludarme. Sonreí apenado y continué pensando “¿qué carajos acaba de pasar?”.
Así fue que empezó mi viaje a la paradisíaca isla de Boracay. Ocho días de atardeceres color rosa, batidos de mango y mucha pero mucha atención.
“Prepárate para ser el centro de las miradas” fue algo que no leí ni que me advirtieron antes de viajar. Y no digo que me pasó porque sea el más “papi” sino porque era diferente. A los extranjeros en Filipinas nos tratan como todas unas “estrellas de Hollywood”.
Bueno, sí, tal vez estoy exagerando… pero que me coqueteen en los restaurantes y me paren en la calle para tomarse fotografías conmigo es algo a lo que definitivamente no estoy acostumbrado.
16 días en Caramoan por menos de 220 USD
Recientemente regresé a Filipinas como resultado de un viaje improvisado. Había terminado mi tesis de maestría, al igual que mi voluntariado en Grecia y era tiempo de tomar un merecido descanso.
Llegué sin ningún plan a Manila donde me recibió Jen y su novio Jorge, otros viajeros a quienes conocí a través del blog. En su apartamento también se estaba quedando Laura, una couchsurfer colombiana que me recomendó Caramoan para el viaje bueno, bonito y barato que estaba buscando.
Me contó que era el lugar donde filmaban el reconocido reality show “Survivor” y luego de revisar unas fotos en internet me convenció.
Al día siguiente llegó Michelle con quien iba a viajar por las siguientes semanas… Ya teníamos un plan.
Por menos de 20 dólares cada uno nos fuimos en bus de Manila hasta Caramoan (15 horas de viaje). Allí rentamos un cuarto barato (3 USD por noche por persona). Desayunábamos fruta pero almorzábamos y comíamos como reyes.
En promedio el plato costaba 180 pesos filipinos ( 3,6 USD). Pollo, calamar, pescado, camarones, sopas y noodles eran nuestro pan de cada día.
El primer cuarto que conseguimos estaba en el centro localizado a 15 minutos de la playa en moto. Cada vez que queríamos ir nos tocaba pagar entre los dos 150 pesos (3 USD) en triciclo o 100 pesos en moto (2 USD). Fue así que decidimos mudarnos la segunda semana a un cuarto en una casa de una familia Filipina frente al mar.
Negociamos el precio y resultamos pagando 5 USD por noche por persona. En la casa nos trataron como parte de la familia y nos ofrecían platos a buen precio (3 USD promedio).
Nuestra rutina era simple: comer, leer, escribir, meditar, ejercicio y nadar… no necesitaba nada más. Todo el viaje, contando el transporte de ida y regreso Manila-Caramoan, nos costó menos de 11.000 pesos Filipinos (< 220 USD).
A diferencia del viaje al este de Europa que fue planeado cuidadosamente, en Filipinas hicimos todo espontáneamente y aun así logramos conseguir buenos precios.
Definitivamente no necesitas planear al detalle cada viaje para ahorrar un poco de dinero. Confianza en otros viajeros y poder de negociación podrán ayudarte en el camino.
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Escribo esto desde Vietnam a pocas horas de dictar mi primera clase de inglés… como extrañaba estar de regreso en acción.
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